¿Nunca te has parado a pensar la diferencia entre poseer y usar?

Me di cuenta de ello escuchando al filósofo, humanista y emprendedor italiano Brunello Cucinelli.

He pasado casi toda mi vida trabajando para crear un gran imperio. La vida me dio bastantes batacazos para despertarme y hacerme ver otros aspectos de ella que yo no veía. Uno de estos fue que no es tanto lo que poseemos sino lo que usamos, lo que disfrutamos para después dejárselo a otras personas, incluso a las siguientes generaciones.

Tener un documento que acredita que eres el dueño de una casa, no te hace disfrutarla más que si no fueras su propietario. Puedes disfrutar de una casa en alquiler igual o más que si la tuvieras en propiedad. Puedes disfrutar de la casa de unos amigos igual o más que si la tuvieras en propiedad. A fin de cuentas, algún día te irás de esa casa, hayan pasado diez años o un fin de semana, y lo único que te podrás llevar son dos cosas: haber disfrutado de ella y haberla cuidado hasta el final para el próximo inquilino.

Vamos a un caso extremo. Imagínate un castillo construido hace diez generaciones y comprado hoy por una estrella de Hollywood. Ese castillo es suyo, hay una transacción económica y un documento que acredita que la propiedad es suya. Es posible que durante un periodo de tres años, por ejemplo, ese castillo le pertenezca, pero no significa que sea así para siempre. Algún día  pasará el testigo al siguiente inquilino o al siguiente propietario.

¡Cuántas generaciones han podido vivir en ese castillo y todos han creído  poseerlo! Sin embargo, simplemente eran guardianes que lo  cuidaban para que pasara de una generación a otra.

A mí me pasa, actualmente, con los libros. Cada vez que voy a Gerona, paso por una pequeña librería situada en una calle peatonal del centro. Se trata de una tienda  de libros de segunda mano regentada por Lluisa. Cada vez que entro allí, salgo cargando bolsas con diez, quince o incluso veinte volúmenes. Lluisa es muy atenta en el trato con los clientes y sabe perfectamente dónde está cada ejemplar y cuáles tiene y porque ha leído la mayoría de ellos. Las ganas que tengo de comprar libros y de leerlos es voraz, nunca en mi vida me había pasado. Crear mi pequeña biblioteca me hace sentir que estoy en medio de unas letras superiores a mí y que a la vez me inspiran.

Pero volvamos al concepto anterior. No soy dueño de los libros que tengo. Aunque se los pago a Lluisa cuando salgo de la tienda,  existirán mucho más tiempo que yo en este planeta. Lo que estoy haciendo es, simplemente, custodiar  todos esos libros que  hoy viven en mis estanterías. Algún día, otra persona poseerá mi biblioteca después de mí y, del mismo modo, la custodiará hasta la generación siguiente.

No hablo ni de comunismo ni de socialismo, no me pasa por la cabeza hablar de política, hablo de algo más profundo. Me refiero, simplemente a disfrutar, a darnos cuenta de las cosas.

Es un enfoque totalmente diferente de la vida.

Como siempre, acabo mi blog con preguntas.

Si te vas a una playa y estás solo, ¿te sentirás su dueño durante el tiempo que estás allí, sin importar si es una hora o una mañana?

Si la puedes disfrutar en exclusiva, ¿te llegarías a sentir rico?

Somos corredores que pasamos el testigo de los objetos que nos rodean, los disfrutamos en este plano terrestre durante unos años determinados, entonces ¿de qué somos dueños?