Pocas actividades en la vida dan más satisfacción que la de compartir o ayudar.

Mónica, mi exprofesora de contabilidad en un curso que hice cuando era CEO de Casa Modena, me llamó el mes pasado para hacerme una propuesta inesperada.

Me comentaba que estaba trabajando en la Escuela Técnica de Gerona impartiendo clases de Administración y Finanzas. Estaban organizando unas conferencias para sus alumnos enfocadas a la orientación laboral tras la finalización del curso. Mónica leyó mi libro, me sigue en redes sociales y ha visto la evolución que he tenido en este último año. Por eso pensó que podía ser un buen ejemplo para sus alumnos escuchar a alguien que ha sido capaz de reinventarse. Me propuso impartir una conferencia sobre reinvención y sobre qué piden actualmente las empresas más allá del currículum.

Nunca he dado una conferencia y mucho menos delante de chavales entre dieciocho y veinticinco años.

Enseguida le dije que ¡sí! Me hacía ilusión, además, que fuese presencial porque sabía que sería mayor el impacto. Naturalmente le aclaré que estaba disponible para todas las que necesitase. Así, decidimos organizar una específica de marketing y otra para su clase de Administración y Finanzas.

Las estuve planificando durante semanas en mi cabeza, sintiendo la responsabilidad que conlleva hablar  a personas tan moldeables. Finalmente hice un mix con mi historia personal y mi visión, mezclado con pinceladas de algunas conferencias que me han impactado en estos últimos años.

Me sentía orgulloso de poder comunicar todo ese saber tan útil para la sociedad, pero, sobre todo, se estaba cumpliendo una visualización que vivía en mi mente desde hacía mucho tiempo. Ante una ocasión como esta, para mí era vital que aquellas conferencias resultaran perfectas, tanto para devolver la confianza a Mónica, como para agradecer al Universo la oportunidad que me ofrecía de compartir mis conocimientos.

No podía estar más feliz.

He descubierto que el sentimiento de contribución es imprescindible para sentirse realizado.

Tuve la suerte de que viniese mi gran amigo Franky para grabar las conferencias y darme un punto de vista de primera mano para mejorar.

Las dos conferencias han sido un éxito. Pero más allá de que hayan gustado o no, me quedo con dos puntos importantes que quiero compartir contigo.

El primero resulta aparentemente contradictorio pero no lo es. La persona que más se ha enriquecido con estas conferencias no han sido los alumnos, sino yo mismo por todo lo que los asistentes me dieron involuntariamente. Esos agradecimientos, esas ganas de aprender, esas preguntas y, sobre todo, ese grandísimo paso hacia la incomodidad. Por eso, cuando te pidan hacer algo que te incomoda, hazlo porque eso te hará crecer, sobre todo si se trata de hacer una contribución a la sociedad. ¡No lo dudes! ¡Hazlo! Serás el que más gane en esa situación.

El segundo y más importante es “El efecto mariposa”.

Dicen que el aleteo de una mariposa en Japón puede provocar un huracán en Estados Unidos. Esta frase la hemos oído muchas veces pero en esta ocasión quiero compartir contigo otro ejemplo.

Imagínate que un jugador de golf aficionado se pone al lado de un jugador profesional, los dos en el punto de salida de un hoyo. La diferencia entre uno y otro es de dos milímetros.

El primero, golpea a la pelota y la envía a ciento cincuenta metros de distancia y a veinte metros del green, es decir, de la banderilla.

El segundo jugador le dará dos milímetros más a la derecha y caerá justo en el green, a un palmo de la banderilla.

¡La diferencia entre estos dos jugadores es de solo dos milímetros! Probablemente también miles de horas de práctica y años de deporte.

La moraleja es, ¿qué pasaría si consiguiésemos calibrar todas las pelotas que lanzamos con esos dos milímetros?

¿Qué pasaría si pudiéramos ayudar a nuestros hijos lo suficiente con esos dos milímetros hoy, respecto a su futuro?

¿Que llegarían a ser?

Seguramente mejores personas, mejores profesionales, mejores golfistas.

Me di cuenta de lo importante que es, a esa edad, algo tan sencillo como una mirada, una caricia, una palabra de apoyo, una idea, un concepto nuevo que despierte algo. ¿En qué se podría convertir en el futuro ese chaval de dieciocho años solo por esos dos milímetros?

Esto es el efecto mariposa, una pequeña acción hecha hoy con un gigantesco cambio a largo plazo.

Entonces, mi querido lector, te pregunto, ¿cuáles son esos dos milímetros que puedes hacer hoy para que la sociedad viva un grandioso cambio en el futuro?