No me refiero al mago, sino al personaje de la novela de Charles Dickens.

Ayer estuve viendo en casa la película recién estrenada. De no ser por la pandemia seguramente la habría visto en un cine.

La película es muy buena y desata toda esa fantasía típica de Dickens. Hay muchos mensajes para identificar entre líneas de los que solamente trataré uno.

El protagonista, el joven David, pasa por una infancia y una adolescencia turbulentas.

En primer lugar, nace en una familia adinerada pero desestructurada en la que el padre fallece antes de que él nazca. Posteriormente su madre vuelve a tener pareja. Se trata de un hombre, …más bien un ogro, que le envía a temprana edad a trabajar en una empresa embotelladora y es acogido por una familia con problemas económicos. Ya adolescente, se refugia en casa de una tía donde le cuidan y le envían a un colegio privado.

Las aventuras de nuestro protagonista para sobrevivir son, en la misma medida, cómicas y dramáticas en ciertos aspectos. David consigue sobrevivir y escabullirse de malas situaciones con ejemplar actitud.

No voy a hacerte spoiler de la película para que cuando la veas disfrutes del final.

Pero la gran pregunta que podemos hacernos cuando estamos viendo esta película es:

¿David sería la misma persona si no hubiera pasado por todos estos problemas?

Es la misma pregunta que podríamos hacernos a nosotros mismos en determinados momentos de la vida. Creo que la respuesta a esta pregunta no existe. Es decir, para poder contestarla deberíamos jugar con el tiempo: primero yendo hacia atrás en nuestra historia personal cambiando algún aspecto de esta y, segundo, creando una nueva realidad paralela. Físicamente no es posible y a nivel cuántico tendríamos que hablar un buen rato. Pero, siendo prácticos, es bastante complicado. Nunca sabremos qué hubiera pasado si hubiésemos tomado otra decisión o hubiésemos elegido otra bifurcación.

Pero el gran mensaje de esta película, desde mi punto de vista, es que todos los problemas que se nos presentan son oportunidades para crecer. Si no tuviéramos problemas en nuestra vida, no tendríamos margen de crecimiento ni de superación.

Te voy a contar una anécdota personal.

Mis padres tenían una fábrica de moda en Italia. Se habían especializado en un nicho muy concreto en el que eran los mejores. Tenían por delante un futuro glorioso. Si las cosas hubieran ido bien, ahora su empresa podría ser una marca muy importante. Pero no fue así. El universo no dejó que se materializase la visión de mi padre.

Siempre he tenido la sensación de que si la empresa familiar hubiese llegado a esos niveles yo hubiera sido un inútil, un hijo de papá e incluso podría haber muerto, bien por consumo de drogas o en un accidente de coche.

Pero el destino tenía para mí otro camino. Todos los problemas que tuvimos en la familia forjaron mi carácter, mi resiliencia y, sobre todo, la unidad familiar.

Aunque parezca tópico y contradictorio, ahora doy las gracias por ser la persona que soy tras haber pasado por esas situaciones.

Esta semana te lanzo la siguiente propuesta.

Cuando estés delante de un problema o de algo que no puedas controlar, pregúntate:

¿Qué oportunidad hay detrás de esta situación?

¿Qué puedo aprender?

Seguro que podrás ver cualquier problema desde otro punto de vista y aprender mucho más de lo que pensabas.

Si en los próximos días te pasa algo que quieras compartir o deseas hacer alguna reflexión al respecto, estaré encantado de leer tus mensajes y de que los puedas compartir con las personas que leen este artículo.

Me despido por esta semana con este mensaje deseando también poder volver pronto a los cines.